No esperen ver los señores entendidos
en el arte de las letras
grandilocuentes frases en lo que escribo,
mi lenguaje es directo, atrevido,
sin estudios y aprendido
en las calles de una aldea.
Mi escritura es mi inquietud,
es la voz de una conciencia
que me arde, que me quema
cuando veo la injusticia
que condena a quienes buscan
miseria y compasión en las fronteras.
Es lo que escribo, todo aquello
que mi mente de inculto
no llega a comprender;
con espanto veo a unos con hambre
entre llanto, y en la abundancia
a tantos disfrutando del placer.
A tantos que nada son y tanto tienen
se les cubre de honores y de gloria,
dejando en la amargura y el olvido
a quienes nada tienen, son y han sido
hacedores de hazañas en la historia,
de su pueblo y su destino.
Quizá sea yo de pluma ligera
y mente embotada de escaso intelecto,
que no entiendo de guerras ni Estados
y veo a los pueblos amordazados
con leyes represoras y decretos
para ser domesticados.
Sea pues, mi pluma cuando escribo,
crítica, contestataria y rebelde,
movida por el vivir de la calle
y buscando, donde los haya, culpables
de la pobreza del mundo donde vivo,
de un mundo tan miserable.
No hay técnica en mi poesía,
no hay afanes de laureles ni de gloria,
no busco ni halagos ni piropos;
solo quiero que escuchen esos locos
que a los pueblos que dirigen
van tratando como a escoria.
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