viernes, 8 de octubre de 2010

SIN MEDIDA / SONETO DE DESPEDIDA




                                                  SIN MEDIDA


Nunca me preguntes.¿Cuanto?.
Si hablamos de sentimientos,
pregúntame solamente
si es cierto que te quiero.

Pregúntame si es verdad
que cómo si fueras viento,
acaricias mi cara y te respiro,
y te huelo, te beso, te siento.

Los sentimientos se viven
pero jamás se midieron,
porque nacieron sin fecha
y son imperecederos.

                P. GALLEGO


    SONETO DE DESPEDIDA


 No quiero que pienses si me voy
que no te quiero, mi vida.

Tu sabes que nadie te amará
como yo te estoy amando en silencio,
a pesar de los embuste y cuentos
que las lenguas viperinas de ti digan.

Mi adiós nunca será, ¡jamás!
un adiós definitivo para siempre.

Donde quiera que me encuentre
estaré en tu grata compañía,
donde quiera que viva o esté
estarás en mi vida presente.

Te sentiré como nunca mía,
como tu vientre siente mi simiente.

                          P. GALLEGO
                  

LA ENCINA MADRE

                 LA ENCINA MADRE


  Era la encina que de mi niñez recuerdo,
una encina grande, era la encina madre,
con ramas como brazos de gigante,
salidas de un tronco altivo,
nacidas de un tronco grueso.

Con unas hojas que eran como de libro,
de ese libro donde escrita está la historia
del árbol enseña de mi tierra extremeña,
 la que hoy es solo astillas de leña
con su tronco altivo muerto.

La pregunté. ¿Qué te han hecho?
Cuando la vi que yacía sin vida,
como guerrero sobre tierra ennegrecida
expuesta al sol, a la lluvia y al viento,
con ramas y raíces desgarradas de su cuerpo.

Me dijo que la vida se la habían quitado,
unos que, de desarrollo algo dijeron,
unos que para destruirla vinieron
provistos de máquinas, con hierros como arados
para destrozar su cuerpo, su vida y su aliento.

Así hoy, donde mi encina daba sombra,
donde la encina madre a tantos seres cobijó,
sólo hay contaminación y hedor
de unos pesticidas... ¡Qué terror!
Que a otras plantas y vidas devoran.

¿De qué evolución y adelantos  hablan
los que se llaman técnicos y sabios?
¿De campos sin árboles, sin verdes alfombras,
sin sombras, sin frutas naturales y limpios vientos?
¡Señores pensantes, tengan más cordura, razón y respeto!

                                                            P.GALLEGO

LOS EUCALIPTOS GIGANTES

   LOS EUCALIPTOS GIGANTES


Hoy me invaden las vivencias
y me invaden los recuerdos
de mi, ya lejana infancia,
de mis años de mozuelo.

De cuando los eucaliptos
de al lado del cementerio,
eran sólo tiernos brotes
y hoy son murallas al viento.

Que al viento en seco detienen
cuando los tristes cortejos,
entre llantos y gemidos
van a enterrar a sus muertos.

Y sus hojas temblorosas
caen y forman en el suelo,
alfombra verde, olorosa
para adornar los entierros.

Y sus raíces se extienden
con ansiedad, absorbiendo
ríos de lágrimas vivas
que miles de ojos vertieron.

Sus troncos como columnas
en formación cuan guerreros,
hacen honores perenne
a las tumbas y a los féretros.

Han visto tanta amargura
y oído tantos lamentos,
que en sus ramas se adivina
la pena y el sufrimiento.

De los dolientes que vuelven
con las pupilas al suelo,
mientras con firme destreza
termina el sepulturero.

Y cuando extiende la noche
su oscuridad y su silencio,
son los fieles centinelas
de quién va al descanso eterno.

Porque son la propia historia
de las gentes de mi pueblo,
los eucaliptos gigantes
de al lado del cementerio.

                 P.GALLEGO