viernes, 8 de octubre de 2010

LA ENCINA MADRE

                 LA ENCINA MADRE


  Era la encina que de mi niñez recuerdo,
una encina grande, era la encina madre,
con ramas como brazos de gigante,
salidas de un tronco altivo,
nacidas de un tronco grueso.

Con unas hojas que eran como de libro,
de ese libro donde escrita está la historia
del árbol enseña de mi tierra extremeña,
 la que hoy es solo astillas de leña
con su tronco altivo muerto.

La pregunté. ¿Qué te han hecho?
Cuando la vi que yacía sin vida,
como guerrero sobre tierra ennegrecida
expuesta al sol, a la lluvia y al viento,
con ramas y raíces desgarradas de su cuerpo.

Me dijo que la vida se la habían quitado,
unos que, de desarrollo algo dijeron,
unos que para destruirla vinieron
provistos de máquinas, con hierros como arados
para destrozar su cuerpo, su vida y su aliento.

Así hoy, donde mi encina daba sombra,
donde la encina madre a tantos seres cobijó,
sólo hay contaminación y hedor
de unos pesticidas... ¡Qué terror!
Que a otras plantas y vidas devoran.

¿De qué evolución y adelantos  hablan
los que se llaman técnicos y sabios?
¿De campos sin árboles, sin verdes alfombras,
sin sombras, sin frutas naturales y limpios vientos?
¡Señores pensantes, tengan más cordura, razón y respeto!

                                                            P.GALLEGO

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